Extremar la higiene: lavarse las manos frecuentemente, especialmente tras tocar algún objeto o superficie, y en cuanto lleguemos a casa tras viajar en transporte público. Al lavarse las manos, hacerlo despacio y a conciencia, sin que quede ninguna zona sin limpiar.
Llevar encima una solución limpiadora desinfectante para usarla cuando no se disponga de agua y jabón.
Desterrar el hábito de tocarse la boca, la nariz o los ojos: el virus penetra a través de las mucosas, y si hemos tocado a una persona o superficie contaminadas y no nos hemos lavado las manos después, facilitaríamos la diseminación del virus.
Mantener la casa limpia y desinfectada, especialmente los lugares donde se cocina o come, sobre todo si ya hay un enfermo en la familia. Limpiar también más a menudo los pomos de las puertas, el baño, las superficies de los muebles, el teléfono, etc. porque el contagio también se produce por contacto directo con una superficie contaminada.
Ventilar el hogar: todas las mañanas es conveniente abrir las ventanas y ventilar la casa durante diez minutos aproximadamente. Así se renueva el aire y si algún miembro de la familia está afectado es más fácil evitar el contagio.
Evitar, siempre que sea posible, el contacto con una persona infectada: esto, lógicamente, solo es posible cuando ya se conoce el estado del infectado. Sin embargo, en épocas en las que tradicionalmente se desarrolla la gripe, y sobre todo cuando una epidemia está en marcha, es mejor no acudir a lugares cerrados donde se concentren muchas personas, como centros comerciales, cines o restaurantes.
Taparse la boca al estornudar o toser, preferiblemente con un pañuelo de papel desechable, para evitar que las gotas respiratorias expulsadas contaminen a otras personas. Después de sonarse los mocos, hay que tirar el pañuelo utilizado a la basura y lavarse las manos inmediatamente.
No hay que compartir objetos ni ropa con personas enfermas que, si es posible, deberían dormir en una habitación aparte para no contagiar al resto de la familia.
Vacunarse: las personas que pertenecen a los denominados grupos de riesgo (mayores de 65 años, niños menores de 5 años, personas inmunodeprimidas a causa de una enfermedad o tratamiento, y aquellos que padecen afecciones cardiacas o respiratorias) deben vacunarse. También es conveniente que se vacunen las personas cuya profesión les hace estar en contacto con mucha gente, como los profesionales sanitarios, los maestros, los cuidadores de niños o ancianos, etc.
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